Se ha dicho que en esta crisis el personal de salud, policial y militar son frente de batalla; y que los agricultores, la mejor retaguardia, porque deben soportar la demanda permanente y creciente de alimentos.
Por Manuel López. 20 abril, 2020.El Covid-19 ha impactado en todos los ámbitos de nuestra vida, y los pronósticos de solución son aun inciertos. Una de las medidas generalizadas en la mayoría de los países afectados, para detener la expansión del virus, ha sido la inmovilización, mediante aislamiento social.
Este escenario mundial, nunca visto, ha evidenciado las actividades económicas que no deben detenerse, para asegurar el abastecimiento de bienes esenciales de consumo, a quienes se quedan en sus casas realizando actividades laborales o complementarias importantes, pero no esenciales.
En esta situación, las actividades agrícola y agroindustrial han sido clasificadas como esenciales, pues el abastecimiento de alimentos es indispensable. Se ha dicho que en esta crisis el personal de salud, policial y militar están en el frente de batalla; y que los agricultores son la mejor retaguardia que podemos tener, porque deben soportar la demanda permanente y creciente de alimentos. Esto nos lleva a reconocer lo estratégico de tener un sector agrícola y uno agroindustrial fuertes, organizados y resilientes.
Pero ¿cómo tener agricultura y agroindustria con esas características? Primero, para fortalecerlas, hay que asegurar que los agricultores y los trabajadores agroindustriales tengan mejores condiciones de trabajo: agricultores fuertes, agricultura fuerte. Hoy, especialmente, la agricultura familiar subsiste sin prácticas de seguridad ocupacional, servicios de salud, seguros de cobertura personal, familiar y de la actividad; y sin un sistema de pensiones, esto no puede seguir así.
Segundo, organizar el sistema agrícola productivo, que no es intervenir en la decisión de producción sino tener adecuados sistemas de información, de organización para el riego y mejor uso del agua; promover sistemas de logística y distribución que no encarezcan los productos, pero que aseguren una adecuada retribución por la producción; una agricultura organizada es eficiente y sostenible.
Y, para la resiliencia deben planificarse adecuadamente la producción y tener protocolos de acción ante crisis sanitarias, como esta u otras, para reordenar en plazos breves el sistema productivo y asegurar la provisión de alimentos básicos, en de lo que debería ser parte de un sistema nacional de seguridad alimentaria.
Debemos ir repensando y replanteando cómo asegurar las campañas de producción (que deben iniciarse o continuar este año) para garantizar el abastecimiento de productos en los próximos meses. Hay medidas urgentes que tomar en coordinación con agricultores y empresas. No dejemos pasar esta oportunidad para que, con innovación y trabajo multisectorial, mejoremos estos sectores esenciales.
(Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas en él son de responsabilidad del autor).